Con más de 700 noches de observación a su haber, la científica recordó su aproximación a la astronomía en su adolescencia y los logros obtenidos en su carrera.
“Autoridad mundial en el campo de la maternidad estelar”. Así se refiere La Tercera a la astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas 2021, Mónica Rubio, quien contó que desde niña tenía inquietud por entender las estrellas.
Ya en la adolescencia, la socia de IWF Chile se vinculó con una asociación de astrónomos aficionados. “Me pasé toda la enseñanza media yendo los sábados al Cerro Pochoco. Durante la tarde ayudábamos a construir el observatorio, pero apenas oscurecía nos poníamos a mirar el cielo y uno de los socios nos describía las constelaciones”, recordó.
Esa fascinación continúa hasta el día de hoy. Se declara encantada por el silencio y los colores de los observatorios. “El hecho de observar me provoca mucho placer y paz. De todas esas noches, que han sido 700, no me he perdido nunca una puesta de sol”.
Justamente en este proceso estaba cuando realizó su mayor descubrimiento hasta la fecha: Mónica encontró monóxido de carbono en una “incubadora de estrellas” ubicada en la galaxia enana WLM. Se trata de la misma molécula de CO que compone el smog de Santiago y la importancia de su hallazgo es que “es que las primeras estrellas del universo tenían muy poco carbón y oxígeno, porque esos elementos sólo se forman cuando una estrella los produce y al morir contamina el medio. Entonces, al entender cómo se forman estrellas en galaxias, con muy poquitos ingredientes nos vamos acercando a entender cómo se formaron las primeras”, explicó la científica.
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